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Lo que estamos viviendo no tiene parangón. Pensábamos que tras la pandemia íbamos encarrilando de nuevo el crecimiento y la realidad nos vuelve a sorprender con un “cisne negro”. Esta vez (otra más) le toca a un sátrapa ponernos en jaque con la invasión de Ucrania. Otra vez la guerra, otra vez a nuestras puertas.
Difícil aventurar cómo y cuándo va a acabar este conflicto de impacto global, no cabe duda. Pero sí pueden hacerse una serie de reflexiones a nuestro nivel más inmediato, el europeo, que pueden ser de interés.
La primera es que la respuesta de Europa no tiene casi precedentes. La UE ha sido rápida, contundente, con una respuesta unitaria y de tal calado político que nunca antes se había dado en su historia otro acontecimiento de igual rango, desde la incorporación de la RDA o la propia adopción del Tratado de Roma en 1957. También se han roto tabúes a nivel nacional, como el envío de armas por parte de Alemania a Ucrania o la petición de ingreso en la OTAN por parte de Suecia y Finlandia.
Hemos despertado tarde a la Europa geopolítica pero, a partir de ahora, la frase hecha de “Europa gigante económico, enano político” dejará de ser cierta.
Ya no nos vale con ser una potencia económica. Ahora, para encontrar nuestro sitio en el mundo, tendremos que dar un salto y actuar con una política exterior realmente común – es decir, por mayoría cualificada- y crear un modelo común de defensa, el único posible. Y ya están en ello.
Podemos decir, por tanto, que se nos han visto las costuras en términos geopolíticos. Pero la respuesta no ha tardado en llegar y seguro que se tomarán medidas en breve para superar las carencias que han quedado en evidencia. Seguro que la actual conferencia sobre el Futuro de Europa tomas otro rumbo y se acelera.
Pero no han sido estas las únicas carencias que han quedado al aire. El buque insignia de la Comisión, el Green Deal, también ha quedado afectado. Habrá que repensarlo. Nos impusimos unos objetivos de descarbonización y consiguiente cambio de modelo energético, y ahora nos damos cuenta estaban cogidos con hilvanes.

Soñar con una energía limpia y ser los líderes globales cuando el modelo de partida era no solo muy diferente entre Estados miembros, sino muy frágil y dependiente del exterior, nos debe hacer repensar la situación. Personalmente, no sé cómo. Pero la lógica me dice que habrá que sanear las bases del modelo energético – asegurarlo-, y luego avanzar en la descarbonización.
En tercer lugar, o la tercera carencia que ha quedado al descubierto, es en el sector agroalimentario. También aquí la reacción está siendo rápida, pero seguro que se van a producir cambios de enfoque importantes en un futuro próximo.
De entrada, nos hemos enterado de que las cadenas de valor globales no existen solo en la electrónica o en los medicamentos, sino también en nuestro sector. No solo porque se estén limitando las ventas de aceite de girasol en nuestros supermercados, sino porque muchas conservas van a tener que cambiar de aceite (si lo consiguen). El ganado tendrá que cambiar de alimentación y los platos preparados reformularse, por poner algunos ejemplos.
Y hay que decir que se están adoptando decisiones valientes, como la hecha por nuestro Ministro de Agricultura solicitando a Bruselas medidas excepcionales para la importación de maíz de origenes americanos. ¿Será este un punto de inflexión en Europa para los OMG?
Está claro que mantener el aprovisionamiento de los mercados europeos se convierte en la prioridad y, como ha reconocido el propio Comisario de Agricultura, la invasión de Ucrania nos debe hacer repensar la estrategia del sector – léase la Farm to Fork-.
Y es cierto. Esta estrategia más centrada en el pilar medioambiental que en el económico y el social hubiera sido valida hace unos meses. Pero hoy no. Cuando el propio análisis de la Comisión (JRC) estima una caída de producción del 10-15%, no repensar la Farm to Fork hoy sería mal negocio.
En suma, se avecinan grandes cambios (otra vez). Pero el enfoque, la reacción y la tozudez de los hechos nos dicen que el giro habrá de ser para bien de la Unión.
Es lamentable que la invasión de Ucrania haya sido el revulsivo para estos grandes cambios que se avecinan, y espero que se resuelva pronto, por el interés de todos. Pero seguro que Europa se resetea, de eso no me cabe duda.