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Quizás porque ha salido durante el periodo estival, o porque ya estamos acostumbrados a las vueltas de tuerca en lo que a salud y alimentación se refiere, el caso es que la OMS Europa ha publicado a principios de septiembre su nuevo Action Plan for the Prevention anda Control of NCds in the WHO European Region, en el que se se descubre sin tapujos el enfoque restrictivo hacia alimentos y bebidas.

El documento no tendría mayor importancia -otro informe más- si no fuera porque irradia las políticas comunitaria y nacional y porque, en definitiva, son los propios gobiernos los que lo avalan y, por tanto, anuncian el camino de las políticas públicas de la salud en relación con los alimentos y las bebidas.

De la lectura del informe se pueden entresacar algunas de las líneas de ese plan de acción, como por ejemplo:

  • La consideración conjunta del tabaco, el uso del alcohol (nótese: uso, no abuso), dietas no saludables y falta de actividad física como el principal punto de riesgos comunes para la salud.
  • El uso de medidas fiscales y control del marketing para influir la demanda, el acceso y la disponibilidad sobre el tabaco, alcohol y alimentos y bebidas altos en grasas saturadas, trans, sal y azúcar.
  • Medidas regulatorias para la reducción de azúcar en los alimentos.

No son propuestas nuevas, eso hay que reconocerlo, pero lo significativo es que el lenguaje con el que se expresan es cada vez más claro y contundente. Y ese es el problema.

¿Y que hace el sector agroalimentario? O no habla o no se hace oír, pero la realidad es que pareciera estar ausente. Es preocupante observar cómo el debate se ha desbordado hacia posiciones extremas y parece imposible llevarlo al sosiego y la lógica de las cosas.

Son pocas las voces que reclaman salir de ese enfoque exclusivamente nutricionista para incluir otros factores como la cultura, los estilos de vida, la moderación o, simplemente, otras ramas de la ciencia como la genética, la economía,… o incluso el factor medioambiental.

Son pocas las voces que se alzan contra una ciencia que a veces se orienta más por criterios políticos o de otra índole que por el descubrimiento de la verdad y la solución de los problemas de la sociedad.

Son pocas, también, las voces que se expresan frente a la opinión y la ideología que quisieran imponernos un modelo, aún cuando las agencias de referencia y la ciencia aboguen por lo contrario.

Debe llegar un momento en el que se imponga la cordura, el debate y el consenso, si es que de verdad queremos acabar con los efectos negativos de las enfermedades no transmisibles. Sin imposiciones ni dogmas, sino basándonos en la ciencia, la contribución y el compromiso de todos los actores, además de la lealtad en la búsqueda del objetivo común.

En ese empeño estamos, y los próximos 14 y 15 de octubre tendrá lugar en Milán el Global Food Forum, con un workshop dedicado exclusivamente a analizar este desafío, uno de los más importantes que hoy debe afrontar la alimentación.  Venimos meses trabajando desde Farm Europe en este empeño , convencidos de la necesidad de un nuevo enfoque colaborativo que es lo que puede ayudar a la cadena agroalimentaria a superar las actuales limitaciones.