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La pandemia ha tenido muchas lecturas, y las respuestas al enorme desafío que hemos vivido han sido de todo signo, pero en lo que todos estaremos de acuerdo es que el conjunto de la cadena alimentaria – de inicio a fin- ha funcionado de manera ejemplar.

Luego, y prácticamente sin solución de continuidad, nos hemos metido en otra prueba de resistencia del modelo con la invasión de Ucrania y sus efectos: ruptura de cadenas de valor global, falta de suministro de materias primas necesarias para nuestro modelo productivo, encarecimiento de inputs de producción, costes energéticos, …  También lo estamos superando.

Podremos seguir felicitándonos – que lo merecemos-, pero no debemos caer ni en la autocomplacencia ni en la visión miope. Todo esta cambiando de manera acelerada, no podemos seguir como antes y el entorno del negocio (la geopolítica) es definitivo para nuestra continuidad.

Tenemos por delante más pruebas de fuego y una renovación institucional completa en Bruselas de aquí a final de año – Parlamento, Comisión y Consejo-, que será la nueva arquitectura que tenga que lidiar los desafíos.

Algunos de estos están claros en la agenda: la nueva PAC a partir de 2027 – que empezará a plantearse en breve, … ¡esto es un no parar! -, el nuevo régimen presupuestario de la UE – tanto en su forma como en su contenido-, las nuevas adhesiones a la UE y en especial la de Ucrania – con lo que eso supondría para el modelo actual de PAC, …-, nuevas prioridades que requieren más atención y recursos como son la seguridad y la defensa, …

Se abre pues una fase crucial y a la vez muy interesante sobre el futuro del modelo alimentario europeo, que con toda seguridad habrá de derivar en algo completamente nuevo.

No voy a entrar ahora y aquí en este análisis, sino simplemente apuntar que, a mi juicio, y ésta es la aportación, el nuevo modelo deberá obligatoriamente incluir una visión geoestratégica que todavía hoy no tenemos.

Deberíamos empezar a ver nuestro sistema alimentario con otros ojos, más allá del corto plazo, y aprendiendo de lo vivido en este último lustro, empezar a preparar el futuro.  En definitiva, necesitamos una visión “más sofisticada” y más amplia de nuestro modelo alimentario.

Es lo que se esta haciendo en otros países. En Francia o en Italia, por ejemplo, los ministerios se autodenominan de soberanía alimentaria, lo que es toda una declaración de intenciones[1]; igualmente se abren debates sobre los niveles y balances de aprovisionamiento, grados de autosuficiencia y otras ideas que dejan clara la preocupación existente en estos países por producir de manera suficiente y asegurar el consumo de sus ciudadanos.  [2]

Personalmente es una reflexión que entiendo necesaria, y que alguien debería de abrir también en España. Aunque eso sí, debe enmarcarse correctamente para no caer en debates estériles que puedan llevarnos al control de producciones, del comercio o sobre los precios y/ o a planteamientos ideológicos que ya la historia nos ha demostrado inválidos.  Se trata de un ejercicio de perspectiva, no de ideología o de tirarnos los trastos a la cabeza.

Somos la octava potencia agroalimentaria global; seguramente, la tercera a nivel europeo, y la cadena de valor económico más importante de la economía española… ¿No merece por tanto el sector que se piense en términos geoestratégicos? ¿No es la cadena agroalimentaria lo suficientemente importante como para asignar algunos funcionarios públicos, buscar la colaboración de la sociedad e invertir algún dinero en informes y viajes?

Ciertamente no es un análisis fácil; habría que hacer una foto lo más real posible del sistema y a partir de ahí desgranar importaciones y sus orígenes,  exportaciones y sus destinos, encajes en las cadenas de valor, productos sustitutivos disponibles ( o no), consumos, grado de autoaprovisionamiento alimentario y necesidades actuales y futuras , …todo un concienzudo ejercicio que nos permitiera tener una visión del sistema productivo en su conjunto, los flujos que se crean en su interior , nuestras debilidades y fortalezas. En suma, poder tener una herramienta para la toma de decisiones políticas primero en España, y luego por elevación extenderla a Bruselas – antes de que alguien nos extienda la suya…

Está claro que estas inquietudes han de resolverse a nivel comunitario, pero no lo es menos que la mejor forma de abordarlo es teniendo nosotros de antemano las ideas claras de lo que queremos y necesitamos.

La urgencia y el día a día nos comen, y en España no somos muy dados a lo de la reflexión a plazo, paro en este caso se me antoja esencial este ejercicio que desborda lo meramente sectorial para extenderse a lo estratégico y a la seguridad, a la política comercial, a la formación, la tecnología …un reto crítico para saber dónde vamos, y que no nos lleven.

 

 

 

 

 

[1] Que curioso, Francia, hasta hace poco la gran potencia exportadora agroalimentaria europea, ahora se enroca en casa para proteger su mercado,…

[2] A este respecto, señalar el Informe de la Asamblea Nacional de febrero 2024 “la souveraineté alimentaire européenne “.