En un mundo cada vez más globalizado y sujeto a cambios constantes, la Unión Europea se encuentra en una encrucijada: La búsqueda de autonomía estratégica como respuesta a los desafíos actuales o si por el contrario, ésta pudiera convertirse en un problema.
Este dilema cobra especial relevancia en sectores fundamentales, como el agroalimentario, donde las decisiones estratégicas de la UE pueden tener un impacto significativo en la seguridad alimentaria, la economía y el equilibrio global.
La autonomía estratégica fue uno de los temas clave de la reunión informal de jefes de Estado de la Unión Europea que se celebró en Granada, y su objetivo es avanzar hacia una UE más competitiva e independiente ante las transformaciones tecnológicas y geopolíticas mundiales.
En un contexto marcado por la pandemia y la invasión rusa de Ucrania, se ha puesto de manifiesto que la UE es excesivamente dependiente de terceros países para el suministro de ciertos bienes, materias primas o servicios esenciales, y que cualquier disrupción en las cadenas de suministro podría generar severos problemas de escasez.
Centrándonos en el sector agroalimentario, esta autonomía se traduce en la capacidad de la UE para producir, abastecer y garantizar alimentos de calidad para todos los ciudadanos, aunque este camino también plantea desafíos que deben ser considerados.
Es cierto que la teoría defiende que la autonomía estratégica garantizaría la capacidad de producir alimentos sin depender de las importaciones, lo que aumentaría la seguridad alimentaria ante crisis globales o conflictos comerciales, y, además, en segundo plano, se reduciría la huella climática del transporte y se fortalecerían las economías locales y tradiciones alimentarias.
Sin embargo, la búsqueda excesiva de la autonomía podría tener consecuencias negativas, empezado por el coste de la producción de alimentos.
La dependencia global ha llevado a una especialización en todos los sectores, donde cada región se enfoca en lo que mejor puede producir. En este sentido, la UE es uno de los mayores importadores mundiales de muchas materias primas como la soja, por ejemplo, principalmente utilizada para la alimentación animal y la producción de piensos.
Materias primas como ésta, que se producen en países con otras condiciones climáticas diferentes a las de la UE, son necesarias para la producción de alimentos a la que estamos acostumbrados desde el descubrimiento de América…
Soja, cacao, café, aceite de palma… una ruptura de estas interconexiones podría resultar en una disminución de la variedad de productos y un aumento de los costes para los consumidores, y no sólo de alimentos, sino de una amplia gama de productos básicos y de primera necesidad.
En este sentido, la cooperación internacional es esencial para desarrollar prácticas agrícolas sostenibles y compartir conocimientos para enfrentar los desafíos comunes, pero la autonomía estratégica es un tema demasiado complejo que debe abordarse con precaución, algo que parece se está tratando como un mantra y elevando los pies del suelo.
¿Realmente se considera esta estrategia como una solución? Desde mi punto de vista, la verdadera solución implica abogar por la Paz y acuerdos comerciales justos, sostenibles, y sobre todo, realistas. Esto debería ir de la mano del desarrollo de las capacidades internas y los avances, y dejar de lado términos vacíos y mantras inútiles como «resiliencia», que carecen de una definición clara y concreta.
La reducción al absurdo es una demostración matemática, y la noción de «Autonomía Estratégica» me evoca a la autarquía franquista llevada a un ámbito internacional. Cuando algo es siempre verdadero, sin importar las circunstancias, estamos frente a una verdad absoluta. Sin embargo, cuando la verdad varía y no es constante, no podemos considerarla absoluta. En términos exagerados, si hay algo que claramente no puede ser cierto o bueno, sería insensato pensar que lo es.
Recordando la historia, esta autarquía llevó a España a un grave deterioro de las condiciones de vida de los ciudadanos, falta de productos básicos, y en esencia, trayectoria catastrófica en aras de alcanzar la autosuficiencia.
Mirar el pasado es un instrumento para comprender el presente y preparar el futuro.
Carmen Báguena Ferratges.