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Uno de los asuntos que vuelve a retomarse tras el paron estival es el de los trabajos preparatorios para la nueva Política Agraria Común ( PAC). Ya se lleva tiempo trabajando en ello – me consta que el MAPAMA está haciendo un sólido trabajo de análisis estratégico desde hace más de un año , algo digno de mencionar y alabar – , y siguen saliendo papers, estudios e informes para orientar los debates.

El interés de todos estos ejercicios es básicamente influir en la opinión pública, y orientar los debates hacia posiciones que puedan ir marcando como es natural las reglas del juego. Es un modelo abierto, en el que las ideas ( y los intereses que están detrás ) se debaten en buena lid y en función de sus méritos acabarán o no plasmadas en las disposiciones legales que en unos años regularán la nueva PAC.

No voy a entrar al detalle en este post sobre los grandes temas en esta reforma que se está preparando, pero si merece la pena llamar la atención sobre alguno de ellos que a mi juicio son determinantes : en primer lugar la coincidencia en el tiempo con la revisión del Marco Financiero Plurianual de la UE , una especie  de guía presupuestaria para el periodo 2020- 2027 y que sin duda marcará los recursos destinados a la PAC. En segundo lugar y muy ligado el  Brexit , que deja un “ vacío presupuestario” que no va a ser fácil de rellenar. Considerando ambos acontecimientos , parece difícil pensar en mayores recursos para la agricultura europea, al menos tal y como hoy está concebida.

En tercer lugar , y vuelvo a hilar con el anterior comentario, habrá que concebir una nueva PAC que adapte al menos parcialmente sus objetivos a las nuevas circunstancias, y la primera que surge es la COP 21 . La lucha contra el cambio climático juega, y habrá de jugar un rol más importante en el futuro modelo.

También habrá como digo que reconsiderar sus actuales instrumentos , y seguramente la cuestión de la resiliencia , los seguros agrarios , la cadena agroalimentaria , la agricultura inteligente y de precisión y otras, estarán presentes.

Pero quisiera detenerme en algunas que  han llamado mi atención porque entran en el debate de la PAC como de soslayo, pero con enormes implicaciones en cuanto a su orientación.

El pasado año Wageningen University Research público el informe “ Towards a Common Agrciultural and Food Policy, en el,que el título ya lo dice todo: la política agraria debe ligarse a la política alimentaria e incluir por tanto en sus objetivos la controvertida relación , hoy por hoy, entre alimentación y salud.

Recientemente los mismos autores de este informe ( Poppe, Fresco) han publicado otro informe titulado“ Towards a European Food and Nutrition Policy “ en el que abordan de manera más detallada este mismo asunto.

Otro reconocido profesor  , en este caso británico Tim Lang , ha publicado recientemente un informe sobre el Brexit – A Food Brexit: time to get real – en el que describe lo que a su juicio habría de ser la nueva política agraria británica pero insistiendo en que sus postulados serían igualmente válidos para Europa.  Entre las ideas, destacar la,necesidad de un sistema alimentario orientado a la salud y alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de NNUU, o ir más allá del simple aseguramiento de la oferta y poner objetivos concretos de calidad, salud y consumo sostenible.

En fin, el European Environmental Bureau , que reúne a cerca de 140 ONG ha publicado a principios de Septiembre un documento , “The Future of the CAP” en el que se propone basar la nueva PAC en cuatro instrumentos, unos de los cuales es contar con un consumo sostenible y saludable.

Es evidente que uno de los problemas que hoy acucia a la alimentación es esa difícil relación que algunos se han empeñado en construir con la salud. No existe hoy ningún producto que de una u otra forma no se vea afectado, y sus implicaciones, aunque pocas veces se reconozca , tienen efectos negativos sobre toda la cadena – producción, industria, comercio -.

No es menos cierto que la no existir una auténtica política europea en materia de salud, la armonización es poca y cada Estado miembro toma las medidas que mejor considera, y que cada vez más la cuestión de la  nutrición y la salud es una fuente de barreras y disfunciones. Es decir, el problema existe, pero incluir este debate en el contexto de la PAC me parece inapropiado, y peligroso.

Inapropiado porque la base jurídica según el Tratado de una y otra política son diferentes, porque así lo son sus objetivos y su nivel de armonización.  Peligroso porque estaríamos mezclando churras con merinas y abriendo el debate a otros intereses e interlocutores.

¿ Significa esto que debamos despreocuparnos de la relación entre la alimentación y la salud ? Ni mucho menos, lo que apunto es que hay que centrarse en lo esencial – que ya de por si tiene su enjundia- , y dejar para otro contexto – ¿  quizás la reforma del reglamento de principios del derecho alimentario que ha anunciado el Comisario Andriukaitis ? – este asunto. Podría ser algo así como “ medidas de acompañamiento”, pero no parte de la PAC.

Todavía queda mucho camino por recorrer en este debate, y por eso es importante centrarlo.

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