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Las negociaciones para un acuerdo comercial entre Europa y Norte América no sólo han acaparado la atención por su relieve económico y político, sino que podríamos considerarlo como una nueva etapa en los debates comunitarios por la fuerte irrupción de las ONG y activistas en el mismo.

En realidad no deja de ser interesante que la UE y EEUU hasta ahora no se hayan planteado la idea de buscar un marco comprensivo y estable a sus relaciones económicas, siendo ambas partes los bloques comerciales más potentes del mundo y pudiendo por tanto revolucionar las relaciones económicas y comerciales a nivel global. Mucho han tardado en lanzar la idea, y quizás se deba al respeto mutuo que se suelen tener dos grandes competidores, como es el caso.

En cuanto al debate, personalmente, creo que esta negociaciones abren un punto y aparte en cómo se deciden las cosas en Bruselas. Tradicionalmente, este tipo de negociaciones han atraído sobre todo la atención y el seguimiento por parte del  mundo económico (asociaciones y empresas), a las que posteriormente se sumaron las ONG, sobre todo las medioambientales. Pero en este caso han irrumpido con fuerza los activistas, las organizaciones de consumidores y las ONG del campo de la salud, entrando a fondo en los debates con propuestas y abriéndose un espacio en la interlocución. Otra cosa distinta es cómo interpreten la negociación, y en este sentido, sus propuestas suelen ser poco realistas, menos profundas, muchas veces viscerales y, en algunos casos, demagógicas,… Siempre he pensado que la crítica es relativamente fácil, lo difícil es el análisis y, sobre todo, contribuir con ideas y alternativas; espero que esta forma de contribución se vaya imponiendo porque el debate comunitario cada día es menos sosegado y más visceral, desviándonos del objetivo general del progreso de la sociedad.

En cuanto al fondo, creo sinceramente que estamos  ante una gran oportunidad. Empezamos a salir de la crisis, Europa ha demostrado su músculo exportador y su competitividad en el sector agroalimentario, y abrir (ordenadamente, con cabeza y visión estratégica más que táctica) nuestro sistema a nuevas oportunidades es todo un reto que debemos asumir. Eso sí, nadie ha dicho que sea fácil,… ni lo está  siendo.

Somos dos modelos agroalimentarios completamente diferentes, yo diría que incluso drásticamente diferentes, pero bien conjugados pueden ser positivos y, como decía más arriba, no sólo para ambas partes, sino para la economía mundial. En nuestro sector hay no pocos escollos (OMG , Denominaciones de Origen, normas alimentarias, sistemas de apoyo a la agricultura,..), pero un buen sistema de periodos transitorios, excepciones y reconocimiento mutuo, bien gestionados, pueden dar mucho de bueno.

Para conocer los detalles de esta negociación recomiendo un documento publicado recientemente por un Think Tank europeo, Farm Europe ( www.farm-europe.eu), que recoge en su análisis «TTIP. Outline of possible negotiation strategy for EU agri-food sector» interesantes reflexiones  que serán discutidas el próximo día 14 en el Parlamento Europeo en un debate público, con la contribución de Paolo de Castro.