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Se ha abierto un interesante debate en torno a la situación económica global y si la fase que actualmente atravesamos es el rescoldo de la globalización, que va hacia la muerte, o por el contrario esto es solo un episodio nuevo del mismo proceso. Hay gustos para todo y surgen con fuerza teorías a favor y en contra, que merecen una reflexión.

El debate no siempre es solo económico, hay un sesgo ideológico muy fuerte, que lo impregna todo y que seguramente lo polariza.

Me llamó la atención una editorial de POLITICO Brussels Playbook que hablaba en su crónica de Davos como el “Globalization´s Sanatorium”. Otros dicen que para que sirve Davos, si es la misma elite que ha creado los problemas la que pretende sacarnos de los mismos (Euractiv) …

Siendo un poco más profundos, un reciente paper de Bruegel [1] niega la desglobalización, y apunta que desde la crisis financiera ha habido un incremento de la integración internacional tanto en bienes como servicios.

Por el contrario, en fin, hay quienes llaman la atención sobre la sombra que se cierne sobre la globalización, y The Economist es uno de ellos; dice que el libre comercio, la interdependencia, la cooperación y el beneficio mutuo están dando paso a la ventaja nacional, las tensiones y los subsidios.

Por encima de las teorías, lo que sí parece evidente es que la historia reciente – pandemia e invasión de Ucrania especialmente – ha puesto en evidencia muchas carencias de nuestro modelo. Vivíamos alegres en el modelo “just in time” y resulta que la realidad nos está llevando al “just in case”, habiendo tenido que afrontar situaciones que difícilmente podríamos haber imaginado hace unos años.

Hay signos interesantes que avalan esta idea.

Primero, EEUU con la IRA ( Inflation Reduction Act), una ley promovida por Biden que va a inyectar 369 mil millones USD en la economia de ese país para hacerla más verde – y menos abierta a la competencia. O su política comercial, que sorprendentemente sigue una línea muy parecida a la ´America First´ de Trump.

Por otro lado, porque no decirlo, la propia Unión Europea, que al menos desde fuera se ve con preocupación cuando sus estrategias – Green Deal y Farm to Fork- se declinan a través de iniciativas como el impuesto al carbón en frontera, la prohibición de la deforestación importada – que algunos han llamado “neo- colonialismo verde”, … – o las subvenciones Next Generation.

Parece como si después de lo vivido, la lectura sea “primero yo y mis circunstancias” …

Es cierto que las economías, cuando surgen problemas, se vuelven hacia adentro, se retraen a sus propios intereses y se olvidan de la cooperación – como dicen los franceses, ´el Estado no tiene amigos sino intereses´-, pero no podemos olvidar los efectos que una vuelta a políticas proteccionistas habría de tener sobre la economia.  Y en especial sobre el sector agroalimentario.

Necesitamos mercado abiertos, no la vuelta al neoproteccionismo. Y como muestra baste recordar el acuerdo para la salida de materias primas por el mar negro, que ha permitido entre otras cosas reducir las tensiones en los mercados agrarios internacionales. Y Europa más que nadie debe tener claro este mensaje, porque somos lideres en la exportación agroalimentaria global.

También necesitamos, visto lo visto, una autentica estrategia de aprovisionamiento agroalimentario para nuestro modelo alimentario; esto implica no solo hacer balances de aprovisionamiento, sino también analizar de donde importamos, que importamos, posibles sustitutivos, que mercados nos pueden hacer de reserva, …en fin, una verdadera visión geoestratégica de nuestro sistema alimentario, integrada en la política.

Esta necesidad no debe confundirse con lo que algunos llaman soberanía alimentaria, entendida ésta como control de los mercados y gestión de los mismos desde la Administracion – algo que algún melancólico defiende, como si estuviéramos en la PAC de los años ochenta del siglo pasado.

Son tiempos interesantes. Venimos de crisis profundas que lógicamente están configurando nuevas políticas y nuevas visiones, pero a mi juicio no deberíamos olvidar que los mercados abiertos han demostrado ser mejores que la intervención sobre los mismos. No se en que fase de la globalización estamos, pero una cosa me parece cierta: no cerremos las economías. Precisamente en este entorno de “permacrisis “o incertidumbre, lo que necesitamos es flexibilidad y no rigideces. Veremos en que acaba este debate.

[1] Dadush, U. 2022. Deglobalisation and protectionism, Working Paper 18/2022 Bruegel

 

 

Autor:

Horacio Gonzalez Aleman