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  • Industria Alimentaria, OMS
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Alguna vez he comentado que normalmente nos quedamos en Bruselas como epicentro de las decisiones políticas en torno a la agroalimentación, y no nos damos cuenta que el segundo anillo de los Organismos Internacionales (OOII) es cada más más importante.

No son en ningún  caso medidas inmediatas – quizás eso nos haga dejarlos de lado- , ni son entornos que conozcamos como la capital comunitaria – las OOII son más alambicadas aún y no estamos familiarizados con ellas, aparte de menos transparentes -, pero puedo asegurar que cada día su influencia es más notoria y clara. No para hoy, claro está, pero si para el próximo futuro, y por eso deben merecer toda nuestra atención.

FAO, OCDE, OMS, OMC,..todos estos organismos internacionales no sólo influyen en el sector agroalimentario a nivel global, sino que cada vez trabajan de manera más coordinada y con objetivos comunes para orientar las políticas nacionales.

Un buen ejemplo de la importancia de seguir las actividades  de los OOII es la Organización Mundial de la Salud. El pasado año se celebró en Montevideo una Conferencia sobre Enfermedades no Transmisibles (ENT), en la que se volvía a insistir en la alimentación desde una óptica negativa – exclusivamente como factor de riesgo para la salud – , y apuntando cómo soluciones las ya conocidas: más impuestos, restricciones a la comercialización, límites a la publicidad, medidas especiales para los menores…

La Asamblea General de la OMS tendrá lugar a finales de este mes de Mayo,  y seguramente el mensaje volverá a ser el mismo. Nada nuevo… ¿o sí? Parece ser que sí.

Los acuerdos que se adopten en esta Asamblea serán los trabajos preparatorios para la Conferencia de Alto Nivel que tendrá lugar en Nueva York en Septiembre próximo , y en la que los Jefes de Estado y de Gobierno firmarán una declaración sobre las ENT que todo apunta endurecerá el tono de los mensajes conocidos, de manera que lo que podemos esperar a partir de ese momento es más presión sobre la cadena agroalimentaria  destilada en forma de programas, planes de acción , iniciativas, plataformas,…y tarde o temprano, legislación.

En este contexto, el término anglosajón “best buys” se ha convertido en el eje del debate, y en él se comprenden los siguientes elementos como políticas idóneas para la lucha contra las ENT:

– Incrementos impositivos o impuestos de nueva planta,

– Acceso restringido al consumo de bebidas con contenido alcohólico,

– Prohibiciones o limitación a la publicidad,

– Prohibición o limitación de lugares de venta de alimentos y bebidas.

En los debates y conferencias preparatorias, tanto en la OMS como entre los agentes sociales interesados, surgen ideas que buscan  contribuir a la búsqueda de soluciones, entre las que destacaría trasladar a la salud el principio de “quien contamina  paga”, crear una “ tasa Tobin” para la alimentación , diferenciar el tratamiento arancelario en función de la “salubridad” de los alimentos,…la creatividad no tiene límites.

Entre los trabajos en curso reseñar un informe recién aparecido y financiado por la  Bloomberg Philantropies, que se ha aliado con la OMS para colaborar con estudios en el camino a la Conferencia de Nueva York, y que puede consultarse en este enlace.

Los titulares  del  informe vienen a concluir que un dólar invertido en best buys para atajar las ENT tendría un retorno social de siete en los países de ingresos bajos y medios del planeta, y que la aplicación de estas medidas salvaría 8,2  millones de vidas,  generando 350 mil millones de dólares.

Es evidente que la mejora de la salud y de la nutrición en los países menos desarrollados solo puede tener efectos benéficos sobre su población. Es más, no deben escatimarse esfuerzos ni recursos en este empeño. Pero me pregunto si los impuestos y las restricciones han de ser la base de la acción política en estos casos , máxime cuando la estructura del Estado en estos países no ayuda a la implantación – por no decir  que los impuestos harían aún más difícil el acceso a los alimentos-.

Por el lado contrario, los críticos han salido a la palestra y recuerdan que  no hay evidencia ni investigación suficiente acreditada en estos países para llevar a tales conclusiones: no hay estudios sobre la aplicación de best buys en el 89% de los países de ingresos bajos y medios.

Todo esto me recuerda a un notable funcionario del Ministerio de Agricultura, hace muchos años, del que se me quedó grabada una frase muy ocurrente: “hágase un estudio que diga que….”

En fin, en términos más generales, el Institute for Economic Affairs del Reino Unido acaba de presentar otro estudio que evalúa el impacto de las medidas impositivas propuestas por la OMS en una familia estándar británica, y llega a la conclusión de que se incrementaría el coste de la cesta de la compra en 458 Libras . También se aportan cifras para Irlanda, Estados Unidos e Italia.

Pues eso. Para todos los gustos.

Yo personalmente me inclino por cuestionar la imposición y las restricciones como línea de acción política básica para luchar contra las ENT. Es difícil construir desde la negación, es empecinarse en ver solo una parte de un problema poliédrico, dudo de sus efectos (a menos que los niveles impositivos sean confiscatorios), y suelen ser regresivos socialmente. Se consigue  más desde la educación temprana, la información, la sensibilización  y la acción conjunta para responsabilizar a todas las partes implicadas (ver mi post  “aprender de otras políticas públicas «).

Pero en todo caso, la realidad nos dice que los trabajos con vistas a la Conferencia de Nueva  York apuntan difíciles. Y deberíamos prestar más atención a los mismos, avanzar argumentos, participar más activamente,…ser visibles en el proceso. Si no, otros lo seguirán haciendo por nosotros.