Cada vez es más habitual ver esta señal en los camiones que circulan en nuestras carreteras. En un reciente viaje lo vi en un trailer y me evocó, ahora que estamos en tiempo de elecciones, a la importancia que habrá de tener el ministerio de agricultura en el nuevo gobierno.
Compartiré la asimilación de ideas que a mi juicio es fácilmente explicable. Si repasamos los avatares del sector agroalimentario en los últimos años, veremos como una parte importante de los desafíos que ha debido afrontar no han venido del ámbito propiamente dicho de la política agroalimentaria, sino más bien de áreas colindantes. Colindantes, pero igualmente importantes.
Pensemos en las cuestiones relacionadas con la salud, que no han faltado en esta última legislatura: el impuesto a las bebidas refrescantes, el etiquetado nutricional, las limitaciones a la publicidad para menores, los health warnings en las bebidas con contenido alcohólico, …
O la bronca disputa publica, encabezada por el ministros Garzón, sobre las macrogranjas,…que acabo con la publicación de un real Decreto limitando el número de cabezas.
O también el descenso parcial del IVA para los productos alimentarios.
Salud, medioambiente o fiscalidad se deciden en otras mesas que no son las de Atocha, pero que son claves para la cadena. Son ángulos muertos que no deben provocar accidentes.
¿Qué se puede hacer en estos casos? Trabajar con esos ministerios en los que se deciden estas cuestiones seria la respuesta lógica. Pero eso ya se hace y nos consta, aunque con desigual fortuna.
…Entonces, ¿qué más podría hacerse? La acción política es importante, pero no es la única; existen multitud de órganos administrativos donde estos temas se debaten y en el que participan representantes de varios ministerios implicado en un mismo asunto. Y es aquí donde puede que hubiera algún margen de maniobra.
Debemos recordar que la cadena de valor agro-mar- alimentaria es la más importante de nuestra economia e implica a todos los sectores desde la producción hasta el consumidor, pasando por los insumos, la industria, el retail , la hostelería y la restauración, ….Por otro lado, los acontecimientos de los últimos años nos están demostrando que el sector vuelve a irrumpir con fuerza y se convierte en un claro factor geopolítico y estratégico, lo que hace que sea aún más merecedor de atención por parte de los poderes públicos. El ministerio de Agricultura debe dejar de ser un ministerio de segundo orden.
En su momento en Francia se creó una célula en la Presidencia del Gobierno encargada de orientar los trabajos ministeriales relacionados con la cadena; en Italia, el equivalente a la agencia de seguridad alimentaria esta bajo el amparo del ministerio de Agricultura y no del de Sanidad, … en fin, hay gustos para todos, pero lo que si tendría sentido es que le diéramos una vuelta a este importante asunto para que la nueva arquitectura sea lo más ajustada a las necesidades actuales.
Lo primero que se me ocurre es que el ministerio que corresponda debe aglutinar l masa crítica de la cadena. La política de silos se ha demostrado incompleta, y cada día que pasa es más importante la visión de cadena.
¿Tendría sentido una Comisión Delegada de Asuntos de la Cadena Alimentaria, presidido por Agricultura? ¿O un órgano en Presidencia del Gobierno que articulara las políticas del sector y arbitrara soluciones? ¿Y una Agencia de seguridad alimentaria independiente, o porque no adscrita al ministerio de Agricultura?
Son solo ideas, porque no tengo la solución por desgracia. Lo que si se es que los ángulos muertos son cada vez más importantes, y que la cadena tiene ( y tendrá ) una relevancia clave para nuestra sociedad y economía en los próximos años. Busquemos soluciones.
Nunca el ministerio de Agricultura ha tenido una Unidad solida como por ejemplo tiene la DG AGRI de la Comisión Europea – la Dirección A-, pensando en el futuro.
¿Cuáles son los desafíos, por donde nos van a venir las necesidades, que carencias tenemos que cubrir, como fortalecer nuestros puntos fuertes, …? Es lo que llaman análisis y prospectiva, y bien merece la pena estructurarlo debidamente en nuestro caso. Sería un salto cualitativo importante en el que implicar a la sociedad civil y sus neuronas. Abrirnos el futuro entre todos y con todos.