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El mundo financiero no suele atraer mucha atención en los debates ligados al sector agroalimentario, más allá de lo que son las ayudas de la PAC y su aplicación en la práctica a través de líneas de apoyo a la producción, créditos de campaña , ayudas a la inversión…banca minorista y productos estandarizados, en definitiva .

Bien es verdad que en los últimos años tanto la agricultura como la industria han atraído la atención de los fondos y banca de inversión, animando el sector y ayudándoles en su crecimiento.

Pero mis reflexiones de hoy no van dirigidas a esta relación entre agroalimentación y finanzas, sino a otra serie de actividades quizás más desconocidas que unen al sector con las finanzas más a largo plazo y desde otra óptica, pero que pueden tener consecuencias importantes en el modelo tal y como lo conocemos hoy.

Vayamos por partes. Las Instituciones financieras – banca, seguros, fondos de pensiones – llevan años trabajando en los denominados fondos temáticos  de inversión responsable, que pretenden aprovechar las oportunidades de crecimiento mediante la integración de criterios medioambientales, sociales y de gobierno corporativo y que consideran parte esencial de su decisión de inversión.

Es lo que llaman la integración de los criterios ASG (ambiental, social y gobierno corporativo), que orientan la creación de fondos y su posición inversora. Pero la idea no es solo un concepto más o menos general, sino que se materializa en decisiones: por ejemplo, Robeco cuenta con un fondo de renta variable, el QI Global Development Sustainability , que excluye de su universo inversor compañías que operan en el ámbito de las armas y del tabaco.

Otras empresas de gestión de activos como Pictet han desarrollado fondos específicos como  Pictet Nutrition, que selecciona dentro de la cadena de valor empresas de todo el mundo que operan dentro de unos esquemas que según sus análisis van a  hacer del sector un sistema más sostenible y saludable.

Así entienden por ejemplo  que la actual presión sobre la reformulación de alimentos hará que  la industria de ingredientes florezca en los próximos años como alternativa para que la reducción de azúcar, grasas y sal no hagan perder palatabilidad a los alimentos,  y por tanto apuestan por él en sus decisiones de inversión. De igual forma, ven del mayor interés la inversión en envases y reciclado, así como en smart farming o  logística, por poner otros ejemplos. Pero por contra no tienen interés alguno en invertir en determinados sectores, como el de la carne roja…

El caso de la carne roja es singular; atacada por el IARC (OMS) hace unos años como presuntamente cancerígena sin evidencia científica contrastada, también está en el punto de mira por sus efectos sobre el medio ambiente y singularmente por su efecto sobre la deforestación, el uso del agua y el de antibióticos.

En 2016, FAIRR ( Farm Animal Investment Risk & Return ) una iniciativa de Coller Capital – empresa del mercado secundario de capital riesgo que en 2015 gestionaba 7,15 mil millones de dólares- publicaba su informe «Factory Farming: Asssesing Investment Risk» en el que identifica 28 puntos de exposición en la industria cárnica en los ámbitos medioambiental, social y de gobernanza , que a su juicio “ pueden dañar de manera significativa el valor de las compañías del sector al corto y largo plazo”, unos riesgos que indica, “ están ocultos para el inversor”.

No es difícil aventurar los efectos de este tipo de informes sobre la financiación de empresas dentro del sector cárnico,…No debemos olvidar que al final ,los bancos y los fondos votan en las juntas de accionistas.

Pero no solo los fondos de inversión o el capital riesgo prestan atención a la sostenibilidad. La industria de los seguros también ha puesto el foco y profundiza en el análisis de los riesgos que en materia medioambiental, social y de gobernanza plantean las empresas para sus operaciones. El último ejemplo de ello es el informe de la Aseguradora Allianz , “ Measuring and Managing Environmental Exposure “, en el que se analizan 12 sectores económicos desde el punto de vista del «capital natural», es decir, como se relacionan las compañías  con los recursos naturales incluidos  suelo, aire, agua y biodiversidad. De todos, tres sectores están en zona de peligro según el informe: minería, alimentación, gas y petróleo.

Bueno, pues parece que las perspectivas que maneja el mundo financiero sobre el sector agroalimentario no son muy positivas…Puede que no tengan toda la información detallada al respecto y que desde fuera su visión sea demasiado crítica, pero esta es la realidad…nos guste o no.

Más aun, en Enero de este año se publicó en Bruselas  el informe del Grupo de Alto Nivel de Finanzas Sostenibles “Financing a Sustainable European Economy”, que es la base de unas futuras Recomendaciones de la Comisión Europea.

El informe analiza varios sectores económicos y no deja en muy buena posición a la cadena de valor agroalimentaria, tachándola de demasiado intensiva y con un coste medioambiental elevado, y lo que es peor, de “compleja y opaca tanto para el usuario final como para el inversor”, por lo que propone una revisión profunda de la misma. Sería interesante saber que ha dicho la DG AGRI de la Comisión de este informe, si es que han participado de alguna forma…

En fin, la última novedad es que el grupo de Expertos de la OMS que ha redactado el informe “Time to Deliver”  (Mayo 2018) con vistas a la Conferencia de NNUU sobre Enfermedades no Transmisibles (ENT) del próximo mes de Septiembre  propone, entre otras medidas creativas, la constitución de un Foro de Salud para inversores para apoyar acciones contra las ENT.

Todos estos hechos hilados me llevan a una serie de reflexiones que no debiéramos dejar en saco roto. La primera es que el mundo de las finanzas es mucho más complejo de lo que pensamos, y sus actuaciones van teniendo una influencia directa y creciente en la configuración del entorno del sector, y de la vida de las empresas. Poco a poco la palanca financiera ayuda a cambiar enfoques y estrategias de las compañías si quieren acceder a recursos para crecer. Y la evidencia me temo que va a más.

En segundo lugar, el hecho de que las administraciones se suban al carro me lleva a pensar que los criterios ASG están aquí para quedarse; en más o menos tiempo, con mayor o menor intensidad, pero hay que tener una neurona  pensando ello.

Más preocupante es que se piense en criterios de salud, porque todo lo que nos viene del marco internacional es restrictivo y “nutrimaniaco “ y creo que de esto ya va bien servido el sector…Veremos qué pasa en Nueva York.