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Todos los medios de comunicacion se han hecho eco de la carta de los 110 Premios Nobel en favor de la agricultura de precisión, criticando la actitud de Greenpeace en relación con los organismos modificados genéticamente

Ha sido un golpe muy duro que ha dejado ciertamente en fuera de juego a los detractores de los OMG, aunque algunos se hayan resistido a aceptar la realidad de la carta y otros, incluso, la hayan omitido.

Pero los efectos de 110 Premios Nobel apoyando la agricultura de precisión y los OMG no habrán de ser menores, a mi juicio, por varias razones. La primera, porque tanta autoridad y en tan variadas disciplinas no es, ni será, fácil de rebatir científicamente.

En segundo lugar, porque es como si le hubieran quitado el púlpito a las ONG´s . En los últimos años, la comunicación no la han estado haciendo ni los científicos ni las agencias e instituciones de referencia, sino ONG´s y activistas. A base de meter ruido, no se ha dejado oír otro que no sea su criterio, y todo lo que no fuera eso se ha atacado con dureza y ninguneado.

Y en tercer lugar, y lo que es más importante: se abre una vía para que las cosas cambien, para que la ciencia vuelva a su sitio, para recuperar la confianza en los organismos de control, para que el legislador ejerza sin presiones y sobre la evidencia disponible. Para la cordura, en definitiva.

Pero espero que los cambios no se queden aquí; la industria alimentaria tiene que reflexionar sobre este acontecimiento, y seguir su estela. ¿Qué sentido tiene la demonización de los alimentos y de su contenido? ¿Por qué no se reacciona frente a opiniones y dogmas – que no ciencia – que tanto daño hacen?  El mundo de la alimentación y la salud se ha escorado hacia un enfoque negativo y restrictivo, obviando el enorme potencial en positivo que esta relación tiene. Y la ciencia tiene mucho que decir , aquí también, para equilibrar el debate.