La ley para la mejora del funcionamiento de la cadena ha entrado en su fase decisiva, ya que tras la negociación con los sectores el MAGRAMA deberá, en breve, dar cuerpo al Código de Buenas Prácticas que el propio texto legislativo establece en su articulado.
Como siempre, la negociación no esta siendo fácil, pero hay una oportunidad de hacer de este «modelo mixto» de regulación -una parte obligatoria con las reglas esenciales a respetar y con sistema propio de infracciones y sanciones, complementado con este código voluntario- el modelo en que Europa pueda reflejarse para tener ese marco común que muchos hemos defendido. De poco sirve encontrar un marco jurídico nacional válido si luego nuestros socios europeos, a los que más vendemos fuera, mantienen cada uno su propio sistema.
España tiene aquí pues la oportunidad de exportar su modelo para resolver de una vez los desequilibrios en la cadena alimentaria europea. Buena prueba de esas diferencias existentes en la regulación de las relaciones comerciales en la cadena está en la comparación con Francia.
Nuestro vecino, tradicionalmente, ha sido uno de los espejos en los que nos hemos mirado en la búsqueda de soluciones. Personalmente, considero que su marco legislativo y administrativo es demasiado complejo y pesado para resolver la problemática de las relaciones comerciales, y no siempre aporta soluciones válidas. Pensemos por ejemplo en la obligación existente de cerrar la negociación comercial antes del primer trimestre de cada año, que se vigila muy de cerca por las Autoridades (Economía, Comercio y Agricultura) y que es causa de cruces de declaraciones en público, en algunos casos, bastante duras. Recomiendo la consulta de las notas de prensa de la industria en wwww.ania.net.
Por contra, lo que sí es positivo del modelo francés es su constante evolución, su disposición a aprender de la realidad y a modificar el marco legislativo para adaptar la realidad a la lógica del equilibrio en el mercado. En este sentido, merece la pena detenerse en el debate abierto recientemente para la modificación de la denominada Ley Macron, con cinco cuestiones de gran interés :
Dos modelos, distintas soluciones para un mismo problema, y aunque siempre se aprende , no es menos cierto que necesitamos un marco común europeo .