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Es más que evidente que la tecnología ha revolucionado el mundo de la información. El acceso libre y cuasi infinito a las fuentes y la explosión de las  redes sociales han partido por el eje a las redacciones de los medios tradicionales, que han entrado en crisis y dejado de ser el epicentro de la conformación de la  opinión pública.

La tecnología de por sí es neutra, pero el uso torcido (sobre todo) de las redes sociales ha dado lugar a este fenómeno de las fake news, un auténtico problema para nuestra sociedad como han subrayado autores, entre ellos Moisés Naim que lo considera un problema grave para el sistema democrático, como hemos visto en los casos de las elecciones norteamericanas, el Brexit o Cataluña.

Pero más allá de los grandes temas políticos las fake news, la post verdad se han instalado en temas más mundanos, y entre ellos la alimentación y su relación con el medio ambiente o la salud. Basta con aventurarse un poco en las redes sociales y no hay que profundizar mucho para encontrar noticias, aseveraciones y discursos radicales, epidérmicos y faltos de solidez científica…pero que calan. Que calan, crispan y hace muy difícil un debate sosegado, profundo y constructivo en busca de la verdad. Y que expanden una percepción deformada de la realidad del mundo agroalimentario, afectando a su imagen, crecimiento y desarrollo como motor socioeconómico.

Muchas veces no se trata de manipulaciones burdas, sino de desinformación o simplemente descontextualizar los hechos. Quizás la falta de credibilidad de los medios tradicionales también haya influido,  igual que el rechazo al sistema político tradicional que hoy vivimos.

Otro hecho que abunda en el problema es la falta de transparencia de las redes sociales, y lo que ya se conoce como la “attention economy”, es decir, la creciente tendencia a ajustar los titulares más allá de los hechos para atraer la atención del lector y provocar su click sobre la noticia, y atraer así la atención hacia el mensaje, y la publicidad.

La solución no es fácil ni mucho menos. Entre la censura y el libertinaje ha de haber una vía ordenada, y aunque no lo parezca, empiezan a alzarse voces en busca de soluciones a la actual situación.

Esto es precisamente lo que la Comisión Europea parece estar buscando. Recientemente esta Institución comunitaria ha lanzado una Consulta pública https://ec.europa.eu/info/consultations/public-consultation-fake-news-and-online-disinformation_es

en la que se aborda este importante asunto , de manera que se hagan llegar comentarios, propuestas e ideas que , quien sabe, podrían acabar en alguna iniciativa política o legislativa.

De entrada, la idea es excelente – algo se mueve-, así que sigamos los acontecimientos. Y os invito a participar en este proceso porque mientras mas seamos, más posibilidades tendremos.